Todo director de cine alguna vez ha sentido la necesidad de matar a alguien. Sobre todo si obligan a repetir tres secuencias completas.
Tuvimos que volver a grabar todas las escenas del patio del instituto, partido de baloncesto incluido. Por muchos factores en contra: viento que impedía recoger bien el sonido, extras que movían algunas cosas del fondo provocando desapariciones repentinas, algún fallo de iluminación…
Ayer todo fue diferente. Los actores ya están mucho más hechos a sus papeles y la profesionalidad se va notando cada vez más. De hecho, la secuencia más repetida tan solo necesitó cuatro tomas.
Vino un buen grupo de extras que aguantó estoicamente el calor insoportable, con las ya archiconocidas mangas largas (aunque también había algunas chanclas que tuvimos que tapar). Al final, el buen trabajo se tradujo en solo un par de horas de rodaje, en las que dio tiempo suficiente a grabar las tres secuencias.
Charche le ha pillado el gusto a darle algún que otro golpe a Flanagan. De los que incluso te proyectan algunos pasos hacia atrás. Y Flanagan los soporta entre risas. A medias.
Resumiendo: fue una mañana profesional en la que todo el mundo hizo su trabajo de una manera encomiable.
Viniendo: charlas sobre secuestros, principio de la peli y atropellos.
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